Según los expertos hay una epidemia de narcisismo entre los menores de 30 años. Se llama la generación ‘ego’, viven pendientes de la cantidad de ‘likes’ en sus redes sociales y las selfies son su prioridad.

Traigo el tema a colación, porque hace unos días ojeando una revista de moda encontré al personaje perfecto. No para hablar precisamente de  quién es, ya que no es un blog de biografías, si no para contar que se siente producir a través de las redes o la publicidad, semejantes deseos.

El objetivo principal era describir como este “adonis juvenil” (que es un bizcochito recién horneado) puede protagonizar el mito de Narciso, aquel joven de gran belleza a quien todos admiraban, pero que lleno de vanidad y orgullo despreciaba y rechazaba a todos sus amantes, hasta el punto de llegar a enamorarse de sí mismo.

Lo contacté para que me lo narrara, pero el susodicho nunca respondió. Habrá pensado que era una fan loca enamorada que quería conseguir algo de su atlético cuerpo ¡digo yo! Y como eso no me impidió escribir porque hay mucha tela de donde cortar y no es el único en esta ciudad que sufre de semejante mal, he aquí mis apreciaciones.

La necesidad de querer mostrarse en público y sentirse admirado, está ocupando un lugar cada vez mayor en esta vida mundana. A este chiquitín que causa “babiaos” donde esté, porque en la vida había visto una cosa igual,  digamos que lo  “entiendo” por ser modelo de una conocida marca local y moverse en un mundo banal; aunque “bebé” tengo que decirte algo muy fuerte: Y es que la belleza algún día se acaba. Pero hágame el hp favor los que ni siendo modelos se creen los reyes del universo y pretenden darse el lujo de zapatear a diestra y siniestra y ofender a los demás, sin ningún reparo con la vanidad a cuestas.

Creo que las redes sociales tienen algo que ver con esas actitudes, el uso excesivo de Facebook, Twitter e Instagram despiertan el narciso que se lleva dentro. ¿Qué son necesarias, globales y de moda? ¡Sí! pero que provocan su rayón, lo provocan. Y si ya estamos obsesionados por estar conectados a través de los dispositivos móviles, hoy las tan conocidas “selfies”, acabaron con nosotros.

¿Será que se están convirtiendo en el espacio de expresar ciertas necesidades? ¿Acaso por diversión? ¿Cómo indirecta para alguien? ¿Para compartir sólo momentos? ¿Para presumir logros? ¿Indica soledad, vanidad o inseguridad? Es que hay unos que se pasan y a mí no me parece normal que usted se tome auto-fotos casi que haciendo sus “cositas” en el baño, comiendo sushi y demás alimentos existentes; tomando café, jugo, vino, té, raspao, granizao, cholao, melao y todo lo que termine en «ao»; despertándose, haciendo el desayuno, cuando le salió la primera cana, con boca de pato, peinado, sin peinar, con la moto, sin ella, etc., y todo esto en la más infinita soledad.

Vale que a veces nadie le pueda tomar la foto y la ocasión lo amerita, pues hágase selfie; pero el auto retratarse una y otra vez en la misma pose y en todas las circunstancias posibles, para mí, es que está pasando algo. Además porque el tema no queda ahí, el paso siguiente es postearla inmediatamente en los perfiles sociales y empieza Cristo a padecer; porque la mayor preocupación es cuántos “me gusta” o cuántos “retweets” va a recibir la foto en cuestión. Y si también hay más de un comentario, la popularidad sube como palma, pero como dicen por ahí, también puede bajar como coco. Entonces menos autofotos y más autocontrol.